jueves, 26 de junio de 2008

Derecho al pataleo!!

Ya sé que es lo único que me queda, pero si no lo digo reviento.

Me fui de Europa, de España, el que siempre será mi país, huyendo de un materialismo que nos hace perder los papeles como seres humanos.

Me fui buscando una paz interior que me hiciera sentir bien conmigo misma porque de esa manera lo único que contagias es alegría y paz.

Me fui porque sé que para vivir necesitamos muy poco y dejé atrás muchas cosas: un chalet en la playa, un descapotable, un velero en el puerto…

Lo cambié todo por todo aquello que no se compra, por todo aquello que no se resuelve con un cheque o una tarjeta de crédito…

Empecé de cero porque sabía que podía hacerlo y posiblemente mis hijos disfrutarán de lo que creé. Pero mi alma no se vende tan barato…

Me dedico a compartir este paraíso y organizo viajes a todos aquellos que quieran venir. Es una forma de alimentarnos y, en muchas ocasiones, me hace muy feliz.

Pero… me entristece pensar que las personas confunden la amabilidad con la tontez y el servicio con el servilismo.

No Señores, NO...

Después de organizar un viaje (lo que lleva bastante trabajo para coordinar islas, hoteles y traslados) no me parece justo que alguien me diga que se vendrá a las Seychelles con su agencia de la esquina habitual porque le dejan el viaje 20 euros más barato… y encima me dice que así la agencia ya no tiene que pedir disponibilidades a los hoteles porque yo ya lo he hecho…

En fin, ¿en que nos estamos convirtiendo????

Genial si te puedes ahorrar 20 euros ¡!!, pero mi tiempo vale tanto como el tuyo.

Nunca le contesté. Ya no se merecía ni un minuto más. Pero lo hago desde aquí para descargar la rabia que llevo dentro.

Cuesta lo mismo mandar un email para pedir que para dar, pero que pocos lo entienden… Un simple : “gracias” ya me hace feliz y por eso ahora quiero dar:

Gracias, muchas gracias a los que todavía sueñan con un mundo más amable, porque por ellos es por quien tenemos que seguir adelante.

Gracias a los que responden de la misma forma que les gustaría que les respondieran…

Un aplauso para los que todavía confían en el auténtico espíritu del ser humano…

Y un silbido para aquellos que su corazón late al ritmo de euros y no de latidos.

La pasión no se compra, se comparte…



El respeto existe, aunque algunos no saben lo que significa

jueves, 19 de junio de 2008

Todos los miércoles cita con la tradición creole en el “Bazar Labrin”

Al norte de la isla de Mahe, la principal del archipiélago de Seychelles, y a lo largo de la famosa playa de Beau Vallon, cada miércoles a partir de las 5 de la tarde se organiza un mercadillo local conocido popularmente como “Bazar Labrin”, que en creole quiere decir “mercadillo al atardecer”

Frutas y verduras frescas se entremezclan con artesanía y gastronomía sechelloise en un barullo de colores, olores y sabores tan típicos de la cultura creole.

Ensaladas de mango, banana laminada frita, chutney de papaya, morcilla y todo tipo de curris son algunas de las delicatesen que se pueden degustar por unos precios muy asequibles.

Mi favorito, el curry de pulpo (tuve que intercambiar la receta por la de la tortilla de patata) que te venden por unas 30 rupias, unos 2 euros. Aunque a mí, me sale estupendo porque ya conozco el secreto: muchas hojas frescas de canela y dejar hervir a fuego lento.

Brochetas de pollo o cerdo, pescados a la brasa… zumo de lima o jugos frescos de fruta de la pasión. Todo vale y todo está bueno. Todo lo acompañan con arroz, quizá para aplacar el picante del chili al que están tan acostumbrados y sin el que no sabe comer.

La fusión de razas en la cultura creole influye también en su cocina y así utilizan una gran variedad de especias: azafrán, pimienta, masala, canela en polvo…, y hojas frescas: tomillo, perejil, orégano…, raíces como el jengibre, la yuca, y frutas tropicales para crear sabores típicos que nos transportan a la India o a la China cuando llegan a nuestro paladar.

Dulces como el adobe de banana o el coco caramelizado, macedonias de frutas maduras… algodón hilado de color azul que encanta a los niños.

La artesanía local se compone de tallas en madera, collares y pulseras a base de coco, cestas y bolsos confeccionados con malla de palmera…

En el mismo puesto puedes encontrar botellas de cristal rellenas de arena de colores y escobas confeccionadas con materiales naturales y que sorprenden a los de fuera por su práctica utilidad. Suvenires originales de un país para que te lleves a casa un trocito del paraíso.

Pareos y camisetas pintados a mano con motivos tropicales. El colorido es único.

Lámparas a base de bambú, máscaras y bandejas, objetos de decoración de diseño simple pero peculiar.

Retratos, paisajes… los artistas locales se dan cita los miércoles para plasmar en sus lienzos fotografías de la vida cotidiana.

No funciona el regateo, no están acostumbrados, pero los precios son bastante populares. El objetivo es la propia población local que el miércoles tiene una excusa perfecta para reunir a la familia y cenar paseando bajo las palmeras que bordean la playa.


Una banda de música recorre el paseo entonando canciones propias del país y arrancando sonrisas al turista. A mí me recuerdan a la tuna, pero sin cintas ni capas. ¿Será por la pandereta?

La captura de los murciélagos, es otra de las atracciones que los locales reservan a los turistas. Lanzan las redes para hacerles caer al suelo.
La especialidad de este “fruit bat”, que sólo come fruta, es por supuesto cocinarlo con curry.

Y al anochecer, la hoguera en la playa nos indica que la fiesta continúa. Improvisan taburetes con viejos troncos de palmera. Las cáscaras del coco servirán para prender el fuego al que acercan los tambores, así el sonido es más auténtico. Guitarras, violines y todo tipo de instrumentos musicales caseros que nos sumergen, entre ritmos africanos y compases irlandeses, en un momento único donde los más valientes se lanzan a la danza “moutia” propia del país y que recuerda a los antiguos esclavos africanos recolectando la cosecha.

El “calou”, es compañero típico de estos guateques al aire libre. Conocido también como el “vino de palma” -ya que es la propia palmera cocotera la que destila este aguardiente- empieza a hacer efecto y los ritmos varían hacia la sega que todo el mundo conoce y sabe bailar. Arrastran a los turistas para enseñarles a mover la cadera de esa forma sensual tan característica.

Cantan y bailan, y se divierten compartiendo su ánimo con los curiosos que se asoman a la fiesta. Y cuando el calor aprieta un buen baño en las calmadas y cálidas aguas de Beau Vallon, aliviará los efectos del “bacca”, esencia del ron y destilado de la caña de azúcar.

Para los menos atrevidos “la piree”, jugo de frutas fermentadas. Con menos alcohol, pero no por ello menos sabroso.


El jueves más de uno llegará tarde a trabajar, pero su sentido del Carpe Diem es literal.

único en el mundo...

único en el mundo...
...tienes que sentirlo